La
historia
de Martina
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La
historia
de Martina
Construyendo esperanza: Martina y su lucha en Primaticio
“Al principio, me miraban como si fuera una más que venía a decirles qué hacer,” recuerda Martina, una asistente social de 26 años del barrio de Primaticio. Su trabajo diario está marcado por los desafíos de enfrentarse a niños y jóvenes en riesgo de caer en las baby gangs, ofreciendo una alternativa a las calles que dominan sus vidas.
Primaticio, aunque menos conocido que otros barrios periféricos de Milán, enfrenta problemas similares: desempleo juvenil, exclusión social y la presencia constante de pandillas que captan a los más vulnerables. Martina lo sabe bien, porque creció allí. “Sé cómo funciona esto. Las pandillas no solo son una opción; a veces, parecen la única salida,” explica.
La razón de su elección: un compromiso personal
Martina decidió estudiar para ser asistente social por razones profundamente personales. Crecer en Primaticio la expuso desde joven a las injusticias y carencias del sistema. “Vi a muchos amigos perderse en la calle, caer en las pandillas o terminar mal porque nadie estaba allí para ayudarlos,” cuenta. Pero también recuerda con gratitud a una profesora que marcó la diferencia en su vida. “Ella me demostró que alguien que cree en ti puede cambiarlo todo. Quise ser esa persona para otros,” afirma.
Paciencia y empatía: ganándose la confianza
Cuando Martina comenzó, el rechazo fue inmediato. “Burlas, indiferencia… Algunos ni siquiera me dejaban terminar una frase,” cuenta. Pero lejos de rendirse, decidió escuchar. “Entendí que lo primero era demostrarles que no estaba allí para juzgarlos. Solo quería que supieran que había otra manera,” dice.
Martina empezó organizando talleres de escritura, actividades deportivas y encuentros comunitarios. “Muchos no se atreven a soñar porque nunca han tenido un espacio donde puedan hacerlo,” reflexiona. Poco a poco, los jóvenes comenzaron a confiar en ella. “Algunos tardaron meses en abrirse, pero cuando lo hicieron, fue como romper un muro,” dice con emoción.
Más que una asistente social: una aliada
“Martina no te dice qué hacer, pero siempre está ahí cuando la necesitas,” comenta Luca, un joven que logró salir de una pandilla gracias a su apoyo. Para muchos, Martina se ha convertido en una figura de referencia, alguien que no solo los guía, sino que también cree en ellos. “Si ella puede ver algo bueno en mí, ¿por qué no voy a intentarlo?” añade.
Un futuro mejor para Primaticio
A pesar de los logros, Martina reconoce que los retos son enormes. “Cada día hay un nuevo problema, un nuevo obstáculo. Pero también hay pequeños cambios que te recuerdan por qué haces esto,” afirma. Para ella, el agradecimiento de los jóvenes que han dejado atrás las pandillas o evitado entrar en ellas es el mayor premio.
“Quiero que sepan que este barrio puede ser algo más. Que ellos pueden ser algo más,” dice con determinación. Su sueño es crear un centro comunitario que brinde más recursos y oportunidades para los jóvenes de Primaticio. “No se trata solo de salvarlos de las pandillas; se trata de devolverles la esperanza de que su vida puede ser diferente,” concluye.
La historia de Martina es un ejemplo de cómo la empatía, la paciencia y la dedicación pueden transformar vidas, recordándonos que incluso en los lugares más difíciles, siempre hay espacio para la esperanza y el cambio.
Entrevista completa a Martina
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